sábado, 30 de marzo de 2013

LA DECADENCIA DE LA BOLITA - ALEJANDRO DOLINA

   "Resulta difícil hablar sobre la desaparición del juego de la bolita sin entrar en espinosas controversias.
   Desde luego, se trata de un asunto complejo y puede ser examinado según criterios muy diferentes.
   Las personas sencillas afirman simplemente que se trata de una decisión de los chicos, arbitraria, inexplicable y -por lo tanto- indigna de ser discutida.
   Los psicólogos, antropólogos, electrotécnicos y aún los contadores suelen llamar la atención sobre la influencia de otros entretenimientos de emoción más sostenida, como la televisión, el billar japonés, el cerebro mágico o las palabras cruzadas.
   Los Refutadores de Leyendas niegan que haya existido jamás un juego semejante y se oponen con argumentos inexpugnables al mito de la vieja niñez romántica.
   Por el contrario, los Hombres Sensibles aseguran que la desaparición del juego de las bolitas es el resultado de una conjura universal.
   Este punto de vista es muy interesante y vale la pena elucidarlo.
   En su monografía Faltan bolitas, el pensador de Flores, Manuel Mandeb, plantea un interrogante que nos deja perplejos. Veamos.
   "... Este juego parece haber empezado a languidecer en 1960. Pero puede afirmarse que en ese momento ya hacía por lo menos 50 años que se jugaba. Entonces había veinte millones de habitantes en el país. Y no era demasiado audaz afirmar que, en el medio siglo de su auge, el juego de la bolita  había sido practicado por diez millones de individuos en uno u otro momento de sus vidas. Ahora bien, ¿cuántas bolitas poseía cada niño aficionado, como promedio? Digamos cincuenta. Multipliquemos: cincuenta por diez millones. Son quinientos millones de bolitas. Bien, volvamos al presente: ¿alguno de ustedes ha visto una bolita en el último año? Seguramente no. Yo pregunto: ¿dónde están los quinientos millones de bolitas? ¿Quién las tiene?
   Y no me digan que el tiempo las destruyó porque el viento y la lluvia no son suficientes para destrozar una bolita...
   ...Las canchas han sido arrasadas y hasta pavimentadas, los hoyos fueron rellenados, los jugadores se han visto tentados por otras disciplinas. Alguien está borrando todo vestigio del paso de las bolitas por esta tierra..."
   Inspirado quizá en el trabajo de Mandeb, este texto pretende asentar las reglas, la técnica y la estrategia de las bolitas. La tarea no es tan fácil como parece. A favor de la campaña desarrollada por los Refutadores de Leyendas y los Amigos del Olvido, casi nadie recuerda los reglamentos. Por lo demás, todos sabemos que en cada cuadra había matices en la interpretación de cada normal lúdica.
   No obstante, luego de la publicación de esta nota, es probable que algún pequeño número de Pibes Sensibles se ponga a jugar, aunque más no sea a modo de desplante ante el Universo.

I - Las bolitas
   Se trata de pequeñas esferas, casi siempre de vidrio. Su diámetro es variable: las más chicas se llaman "piojos" o "pininas", las medianas son las más frecuentes y están también las grandes o "bolones", que suelen utilizarse en el juego del Triángulo.
   Años atrás podían reconocerse diferentes pelajes de las bolitas. Las más hermosas eran las "lecheras". En ellas predominaba el blanco, siempre mezclado con algún que otro color. Eran opacas, no se podía ver a través de ellas y la variedad de diseños y combinaciones era enorme.
   Estaban también las semitransparentes, de colores fríos, casi siempre adivinaba un filamento gelatinoso y más bien repugnante. Salvo excepciones, eran unas bolitas de porquería.
   Sin embargo, la última generación de niños jugadores sólo conoció esas bolitas.
   Las lecheras desaparecieron misteriosamente. Miles de personas jamás han visto una. Las más recientes son las llamadas "bolitas japonesas", más livianas que las convencionales y totalmente inútiles para jugar. Su aspecto es el de una esfera transparente con un papelito de color en su interior.
   Todo niño poseía una bolita preferida, que era la que utilizaba para jugar. Se la llamaba "puntera". El resto de las bolitas servía para pagar las deudas provenientes del juego. Si acaso una racha adversa obligaba al niño a entregar la puntera, se le otorgaba a esta noble bolita el valor de cuatro o cinco.
   También pueden citarse -como curiosidad- las bolitas de barro, los aceritos y hasta las de plástico (indefectiblemente ovaladas).
   La identidad de los fabricantes de bolitas es un enigma. Nunca hubo marcas, ni envases, ni publicidad. Algo muy raro debe haber en todo esto."

Continuará en la próxima entrada...

Del libro "Crónicas del Ángel Gris", publicado por Colihue en el año 2008 (20º reimpresión).

jueves, 21 de marzo de 2013

VIENTO DE OTOÑO, ¡BARRILETES!

Fuente
Barrilete

Alta flor de las nubes
-lo mejor del verano-
con su tallo de música
en mi mano sembrado.

Regalo de noviembre,
nuevo todos los años
para adornar el día, 
para jugar un rato.


Banderola de fiesta
que se escapa volando...
Pandereta que agitan
remolinos lejanos.

Pececillo del aire
obstinado en el salto.
Pájaro que se enreda
en su cola de trapo.

Luna de mediodía
con cara de payaso.
Señor del equilibrio.
Bailarín del espacio.

Ala que invente el niño
y se anuda en los brazos.
Mensaje a lo celeste 
corazón del verano.


Ana Pelegrín incluyó esta obra de la poeta salvadoreña Claudia Lars (1899-1974) en su maravilloso libro de  "Cada cual atiende su juego. De tradición oral y literatura".